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Leccion12
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"studies":[
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"content":"<p>Cuando Cristo se presentó a Juan para el bautismo, Satanás estaba entre los que presenciaron ese acontecimiento... Oyó la majestuosa voz de Jehová que resonaba por el cielo, y retumbaba por la tierra como el estrépito del trueno, anunciando: \"Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia\". Vio el brillo de la gloria del Padre que se proyectaba sobre la figura de Jesús, destacando con seguridad inconfundible entre la multitud a Aquel a quien reconocía como a su Hijo. Las circunstancias que rodearon esa escena bautismal fueron del máximo interés para Satanás. Entonces se dio cuenta con seguridad que, a menos que pudiera vencer a Cristo, de allí en adelante habría un límite para su poder...\n</p><p>Cuando de los cielos abiertos oyó la voz de Dios que se dirigía a su Hijo, para él fue como el sonido de un toque de difuntos. Esto le dijo que ahora Dios estaba por unir consigo al hombre más estrechamente, y que le daría fortaleza moral para vencer la tentación y para escapar de las redes de las trampas satánicas. Satanás sabía muy bien la posición que Cristo había ocupado en el cielo como el Hijo de Dios, el Amado del Padre; y el hecho de que Cristo hubiera dejado el gozo y la honra del cielo para venir a este mundo como hombre, lo llenaba de temor... Puesto que había perdido a causa de su rebelión todas las riquezas y las glorias puras del cielo, estaba decidido a vengarse haciendo que todos los que pudiera menospreciaran el cielo y pusieran sus afectos en los tesoros terrenales (Confrontation, p. 29; parcialmente en Comentarios de Elena G. de White, Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 5, p. 1054).\n</p><p>El unigénito Hijo de Dios tomó sobre sí la naturaleza del hombre y estableció su cruz entre la tierra y el cielo. Mediante la cruz, el hombre fue atraído a Dios, y Dios al hombre. La justicia se inclinó desde su puesto elevado y sublime, y las huestes celestiales, los ejércitos de la santidad, se acercaron a la cruz, inclinándose con reverencia, pues en la cruz se satisfizo la justicia. Mediante la cruz, el pecador fue rescatado de la fortaleza del pecado, de la confederación del mal, y cada vez que se acerca a la cruz se enternece su corazón y clama arrepentido: \"Fueron mis pecados los que crucificaron al Hijo de Dios\". Deja sus pecados en la cruz y se transforma su carácter por la gracia de Cristo. El Redentor levanta al pecador del polvo y lo coloca bajo la dirección del Espíritu Santo (Mensajes selectos, t. 1, pp. 409, 410).\n</p><p>Jesús puso la cruz al alcance de la luz que procedía del cielo, porque esa era la manera de atraer la atención del hombre. La cruz está directamente en línea con el brillo de los rostros divinos, para que, al contemplar la cruz, los hombres pudieran ver y conocer a Dios y a Jesucristo, a quien él había enviado. Al contemplar a Dios, contemplamos a Aquel que derramó su alma hasta la muerte. Al contemplar la cruz, la vista se extiende hacia Dios, y se discierne su odio por el pecado. Pero mientras contemplamos en la cruz el odio de Dios por el pecado, también contemplamos su amor por los pecadores, que es más fuerte que la muerte. La cruz es para el mundo el argumento incontrovertible de que Dios es verdad, y luz, y amor (Nuestra elevada vocación, p. 47).</p><p>\n</p><p>\n</p><p>\n</p>",
"date":"14 de diciembre",
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"dayTitle":"<p>LA HORA DE LA GLORIA: LA CRUZ Y LA RESURRECCIÓN</p>",
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"content":"<p>Cuando el Salvador fue llevado al tribunal, Pilato le miró con ojos nada amistosos. El gobernador romano había sido sacado con premura de su dormitorio, y estaba resuelto a despachar el caso tan pronto como fuese posible. Estaba preparado para tratar al preso con rigor. Asumiendo su expresión más severa, se volvió para ver qué clase de hombre tenía que examinar, por el cual había sido arrancado al descanso en hora tan temprana. Sabía que debía tratarse de alguno a quien las autoridades judías anhelaban ver juzgado y castigado apresuradamente.\n</p><p>Pilato miró a los hombres que custodiaban a Jesús, y luego su mirada descansó escrutadoramente en Jesús. Había tenido que tratar con toda clase de criminales; pero nunca antes había comparecido ante él un hombre que llevase rasgos de tanta bondad y nobleza. En su cara no vio vestigios de culpabilidad, ni expresión de temor, ni audacia o desafío. Vio a un hombre de porte sereno y digno, cuyo semblante no llevaba los estigmas de un criminal, sino la firma del Cielo (El Deseado de todas las gentes, p. 671).\n</p><p>La áurea oportunidad de Pilato había pasado. Sin embargo, Jesús no le dejó sin darle algo más de luz. Aunque no contestó directamente la pregunta de Pilato, expuso claramente su propia misión. Le dio a entender que no estaba buscando un trono terrenal...\n</p><p>Díjole entonces Pilato: ¿Luego rey eres tú? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz\".\n</p><p>Cristo afirmó que su palabra era en sí misma una llave que abriría el misterio para aquellos que estuviesen preparados para recibirlo. Esta palabra tenía un poder que la recomendaba, y en ello estribaba el secreto de la difusión de su reino de verdad. Deseaba que Pilato comprendiese que únicamente si recibía y aceptaba la verdad podría reconstruirse su naturaleza arruinada.\n</p><p>Pilato deseaba conocer la verdad. Su espíritu estaba confuso. Escuchó ávidamente las palabras del Salvador, y su corazón fue conmovido por un gran anhelo de saber lo que era realmente la verdad y cómo podía obtenerla. \"¿Qué cosa es verdad?\" preguntó. Pero no esperó la respuesta. El tumulto del exterior le hizo recordar los intereses del momento (El Deseado de todas las gentes, p. 675).\n</p><p>Los enemigos de Cristo habían pedido un milagro como prueba de su divinidad. Tenían una prueba mayor que cualquiera de las que buscasen. Así como su crueldad degradaba a sus atormentadores por debajo de la humanidad a semejanza de Satanás, así también la mansedumbre y paciencia de Jesús le exaltaban por encima de la humanidad y probaban su relación con Dios. Su humillación era la garantía de su exaltación. Las cruentas gotas de sangre que de sus heridas sienes corrieron por su rostro y su barba, fueron la garantía de su ungimiento con el \"óleo de alegría\" (Hebreos 1:9) como sumo sacerdote nuestro (El Deseado de todas las gentes, p. 683).</p><p>\n</p><p>\n</p><p>\n</p><p>\n</p><p>\n</p><p>\n</p>",
"date":"15 de diciembre",
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"dayTitle":"<p>¿QUÉ ES LA VERDAD?</p>",
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"content":"<p>Pilato demostró su debilidad. Había declarado que Jesús era inocente; y, sin embargo, estaba dispuesto a hacerlo azotar para apaciguar a sus acusadores. Quería sacrificar la justicia y los buenos principios para transigir con la turba. Esto le colocó en situación desventajosa. La turba se valió de su indecisión y clamó tanto más por la vida del preso. Si desde el principio Pilato se hubiese mantenido firme, negándose a condenar a un hombre que consideraba inocente, habría roto la cadena fatal que iba a retenerle toda su vida en el remordimiento y la culpabilidad. Si hubiese obedecido a sus convicciones de lo recto, los judíos no habrían intentado imponerle su voluntad. Se habría dado muerte a Cristo, pero la culpabilidad no habría recaído sobre Pilato. Mas Pilato había violado poco a poco su conciencia. Había buscado pretexto para no juzgar con justicia y equidad, y ahora se hallaba casi impotente en las manos de los sacerdotes y príncipes. Su vacilación e indecisión provocaron su ruina (El Deseado de todas las gentes, p. 680).\n</p><p>Satanás y sus ángeles estaban tentando a este último tratando de conducirlo a su propia ruina. Le sugirieron que si no quería tomar parte en la condenación de Jesús otros lo harían; que la multitud estaba sedienta de su sangre; y que si no lo entregaba para ser crucificado perdería su poder y sus honores mundanales, y se lo denunciaría como creyente en el impostor. Por temor de perder su poder y su autoridad, Pilato consintió en dar muerte a Cristo. Y aunque puso la sangre del Señor sobre sus acusadores y la multitud lo recibió con el clamor de: \"Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos\" (Mateo 27:25), Pilato no se libró; fue culpable de la sangre del Maestro. Por sus intereses egoístas, por su amor al honor de los grandes de la tierra, entregó a la muerte a un inocente (La historia de la redención, p. 226).\n</p><p>La diferencia entre el carácter de Cristo y el de los otros hombres de su época era perfectamente perceptible, y por causa de esa diferencia el mundo lo aborreció. Lo odiaba por su bondad y su estricta integridad. Y Cristo declaró que los que manifestaran esos mismos atributos, también serían odiados. A medida que nos acerquemos al fin del tiempo, este odio por los seguidores de Cristo será cada vez más evidente...\n</p><p>Satanás disputó todos los asertos del Hijo de Dios, y empleó a los hombres como agentes suyos para llenar la vida del Salvador de sufrimientos y penas. Los sofismas y las mentiras por medio de los cuales procuró obstaculizar la obra de Jesús, el odio manifestado por los hijos de rebelión, sus acusaciones crueles contra Aquel cuya vida se rigió por una bondad sin precedente, todo ello provenía de un sentimiento de venganza profundamente arraigado. Los fuegos concentrados de la envidia y la malicia, del odio y la venganza, estallaron en el Calvario contra el Hijo de Dios, mientras el cielo miraba con silencioso horror (Mente, carácter y personalidad, t. 2, pp. 546, 547).</p><p>\n</p><p>\n</p><p>\n</p>",
"date":"16 de diciembre",
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"dayTitle":"<p>¡HE AQUÍ AL HOMBRE!</p>",
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"content":"<p>Allí estaba la madre de Jesús con el corazón transido de una angustia como nadie que no sea una madre amorosa puede sentir; sin embargo, también esperaba, lo mismo que los discípulos, que Cristo obrase algún estupendo milagro para librarse de sus verdugos. No podía soportar el pensamiento de que él consintiese en ser crucificado. Pero, después de hechos los preparativos, fue extendido Jesús sobre la cruz. Trajeron los clavos y el martillo. Desmayó el corazón de los discípulos. La madre de Jesús quedó postrada por insufrible agonía. Antes de que el Salvador fuese clavado en la cruz, los discípulos la apartaron de aquel lugar, para que no oyese el chirrido de los clavos al atravesar los huesos y la carne de los delicados pies y manos de Cristo, quien no murmuraba, sino que gemía agonizante. Su rostro estaba pálido y gruesas gotas de sudor le bañaban la frente. Satanás se regocijaba del sufrimiento que afligía al Hijo de Dios, y sin embargo, recelaba que hubiesen sido vanos sus esfuerzos para estorbar el plan de salvación, y que iba a perder su dominio y quedar finalmente anonadado él mismo (Primeros escritos, pp. 175, 176).\n</p><p>Los ojos de Jesús se pasearon sobre la multitud que se había reunido para contemplar su muerte, y vio a los pies de la cruz a Juan que sostenía a María, su madre. Ella había regresado al lugar donde se desarrollaba esa terrible escena, pues era incapaz de permanecer por más tiempo alejada de su Hijo. La última lección que el Señor dio se refirió al amor filial. Contempló el rostro dolorido de su madre y en seguida miró a Juan; y dijo, dirigiéndose a ella: \"Mujer, he ahí tu hijo\" y a continuación dijo al discípulo: \"He ahí tu madre\". Juan 19:26, 27. Juan comprendió perfectamente las palabras de Jesús, y el sagrado cometido que se le había confiado. Inmediatamente alejó a la madre de Cristo de la terrible escena del Calvario. Desde ese momento la cuidó como si fuera un hijo solícito, y la llevó a su propia casa. El perfecto ejemplo de amor filial dado por Cristo resplandece sin haber perdido su fulgor en medio de las penumbras del pasado. Mientras soportaba aguda tortura, no se olvidó de su madre (La historia de la redención, p. 232).\n</p><p>En silencio la gente contempló el final de esa impresionante escena... De repente la oscuridad se apartó de la cruz, y con tonos claros, como de trompeta, que parecían proyectar sus ecos por toda la creación, Jesús exclamó: \"¡Consumado es!\" \"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu\". Lucas 23:46. Un halo luminoso circundó la cruz, y el rostro del Salvador brilló con una gloria semejante a la del sol. Entonces inclinó la cabeza sobre el pecho y murió...\n</p><p>Jesús no depuso su vida hasta haber cumplido la obra que había venido a hacer... Hubo gozo en el cielo porque los hijos de Adán, de allí en adelante, y gracias a una vida de obediencia, podrían ser llevados finalmente a la presencia de Dios. Satanás fue derrotado y sabía que su reino estaba perdido (La historia de la redención, pp. 234, 235).</p><p>\n</p><p>\n</p><p>\n</p>",
"date":"17 de diciembre",
"day":"-",
"dayTitle":"<p>\"CONSUMADO ESTÁ\"</p>",
"id":124,
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"quarterCode":"4T2024",
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"content":"<p>Por fin Jesús descansaba. El largo día de oprobio y tortura había terminado. Al llegar el sábado con los últimos rayos del sol poniente, el Hijo de Dios yacía en quietud en la tumba de José. Terminada su obra, con las manos cruzadas en paz, descansó durante las horas sagradas del sábado.\n</p><p>Al principio, el Padre y el Hijo habían descansado el sábado después de su obra de creación. Cuando \"fueron acabados los cielos y la tierra, y todo su ornamento\" (Génesis 2:1), el Creador y todos los seres celestiales se regocijaron en la contemplación de la gloriosa escena. \"Las estrellas todas del alba alababan, y se regocijaban todos los hijos de Dios\". Job 38:7. Ahora Jesús descansaba de la obra de la redención; y aunque había pesar entre aquellos que le amaban en la tierra, había gozo en el cielo (El Deseado de todas las gentes, p. 714).\n</p><p>Un joven vestido de ropas resplandecientes estaba sentado al lado de la tumba. Era el ángel que había apartado la Piedra... Las mujeres temieron. Se dieron vuelta para huir, pero las palabras del ángel detuvieron sus pasos. \"No temáis vosotras —les dijo—; porque yo sé que buscáis a Jesús, que fue crucificado. No está aquí; porque ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. E id presto, decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos\"...\n</p><p>\"¡Ha resucitado, ha resucitado!\" Las mujeres repiten las palabras vez tras vez. Ya no necesitan las especias para ungirle. El Salvador está vivo, y no muerto. Recuerdan ahora que cuando hablaba de su muerte, les dijo que resucitaría. ¡Qué día es este para el mundo! Prestamente, las mujeres se apartaron del sepulcro y \"con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos\" (Exaltad a Jesús, p. 93).\n</p><p>Los discípulos se apresuraron a ir a la tumba, y la encontraron como había dicho María. Vieron los lienzos y el sudario, pero no hallaron a su Señor. Sin embargo, había allí un testimonio de que había resucitado. Los lienzos mortuorios no habían sido arrojados con negligencia a un lado, sino cuidadosamente doblados, cada uno en un lugar adecuado. Juan \"vio, y creyó\". No comprendía todavía la escritura que afirmaba que Cristo debía resucitar de los muertos; pero recordó las palabras con que el Salvador había predicho su resurrección.\n</p><p>Cristo mismo había colocado esos lienzos mortuorios con tanto cuidado. Cuando el poderoso ángel bajó a la tumba, se le unió otro, quien, con sus acompañantes, había estado guardando el cuerpo del Señor. Cuando el ángel del cielo apartó la piedra, el otro entró en la tumba y desató las envolturas que rodeaban el cuerpo de Jesús. Pero fue la mano del Salvador la que dobló cada una de ellas y la puso en su lugar. A la vista de Aquel que guía tanto a la estrella como al átomo, no hay nada sin importancia. Se ven orden y perfección en toda su obra (El Deseado de todas las gentes, p. 733).</p><p>\n</p><p>\n</p><p>\n</p><p>\n</p><p>\n</p>",
"date":"18 de diciembre",
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"dayTitle":"<p>LA TUMBA VACÍA</p>",
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"content":"<p>En el huerto, María había estado llorando cuando Jesús estaba cerca de ella. Sus ojos estaban tan cegados por las lágrimas que no le conocieron. Y el corazón de los discípulos estaba tan lleno de pesar que no creyeron el mensaje de los ángeles ni las palabras de Cristo.\n</p><p>¡Cuántos están haciendo todavía lo que hacían esos discípulos! ¡Cuántos repiten el desesperado clamor de María: \"Han llevado al Señor... y no sabemos dónde le han puesto\"! ¡A cuántos podrían dirigirse las palabras del Salvador: \"¿Por qué lloras? ¿a quién buscas?\" Está al lado de ellos, pero sus ojos cegados por las lágrimas no lo ven. Les habla, pero no lo entienden (El Deseado de todas las gentes, pp. 736, 737).\n</p><p>María había sido considerada como una gran pecadora, pero Cristo conocía las circunstancias que habían formado su vida. Él hubiera podido extinguir toda chispa de esperanza en su alma, pero no lo hizo. Era él quien la había librado de la desesperación y la ruina. Siete veces ella había oído la reprensión que Cristo hiciera a los demonios que dirigían su corazón y mente. Había oído su intenso clamor al Padre en su favor. \n</p><p>Sabía cuán ofensivo es el pecado para su inmaculada pureza, y con su poder ella había vencido...\n</p><p>Por su gracia, ella llegó a ser participante de la naturaleza Divina. Aquella que había caído, y cuya mente había sido habitación de demonios, fue puesta en estrecho compañerismo y ministerio con el Salvador. Fue María la que se sentaba a sus pies y aprendía de él. Fue María la que derramó sobre su cabeza el precioso ungüento, y bañó sus pies con sus lágrimas. María estuvo junto a la cruz y le siguió hasta el sepulcro. María fue la primera en ir a la tumba después de su resurrección. Fue María la primera que proclamó al Salvador resucitado (El Deseado de todas las gentes, p. 521).\n</p><p>Al bajarse la norma moral de los creyentes corintios, ciertas personas habían abandonado algunos de los rasgos fundamentales de su fe. Algunos habían llegado hasta el punto de negar la doctrina de la resurrección...\n</p><p>Con poder convincente el apóstol expuso la gran verdad de la resurrección. \"Porque si no hay resurrección de muertos —arguyó—, Cristo tampoco resucitó: y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y aun somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él haya levantado a Cristo; al cual no levantó, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó: y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aun estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo son perdidos. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, los más miserables somos de todos los hombres. Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho\" (Los hechos de los apóstoles, pp. 257, 258).</p><p>\n</p><p>\n</p><p>\n</p><p>\n</p><p>\n</p>",
"date":"19 de diciembre",
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"dayTitle":"<p>JESÚS Y MARÍA</p>",
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"content":"<p>El Deseado de todas las gentes, \"¿Por qué lloras?\", pp. 732-737.\n</p><p>Mensajes selectos, \"Una visión vívida de sucesos futuros\" t. 3, pp. 489-493.</p>",
"date":"20 de diciembre",
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"dayTitle":"<p>PARA ESTUDIAR Y MEDITAR</p>",
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"title":"<p>LA HORA DE LA GLORIA: LA CRUZ Y LA RESURRECCIÓN</p>",
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"weekDate":"14-20 de diciembre"
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